lunes, 2 de marzo de 2015

Propuesta Literaria "La Leoncita Lita y su maravilloso viaje"



LA LEONCITA LITA Y SU MARAVILLOSO VIAJE.
Erase una vez, un noche con estrellas, la Leoncita Lita fue a dormir y cayó en un profuuuuundo sueño, que la llevo a un mágico mundo.
Cuando en el sueño vio un caminito de color verde, rodeado de árboles con muchos tipos de fruta, se levantó y se marchó a la aventura. Este era un mundo nuevo y tenía que investigarlo.
Mientras paseaba mirando las manzanas verdes, los plátanos amarillos, el melocotón naranja, las cerezas rojas y muchas frutas más…  oyó un ruido detrás de los arbustos, se giró curiosa y entonces vio que algo verde sobresalía de ellos y preguntó:
-          ¿Quién eres? ¿Qué haces detrás de los arbustos?
-          Soy la Lechuga Tuga y estoy perdida, ¿puedo ir contigo?
-          Bueno, vale – dijo no muy convencida la Leoncita Lita, ya que a ella no le gustaba la lechuga, pero no quería dejarla sola.
Así las dos se encaminaron hasta ver a los lejos una montaña blanca como la leche. Pero para poder ir a investigar esa misteriosa montaña tenían que seguir por un camino amarillo.
Mientras iban andando la Leoncita Lita pisó algo pastoso y al segundo siguiente oyó:
-          ¡Ay, que daño!
-          ¡Uy!, perdona – dijo la Leoncita Lita – no te había visto.
-          ¿Estás bien? ¿Cómo te llamas? – le preguntó la Lechuga Tuga
-          Sí estoy bien, gracias, soy el Quesito Mancheguito, ¿a dónde os dirigís?
-          A la montaña blanca que está allí a lo lejos – respondió la Leoncita Lita.
-          Yo también me dirigía hacía allí pero estaba taaaan cansado que me dormí en medio del camino – explicó el Quesito Mancheguito - ¿Puedo acompañaros?
La Leoncita Lita se lo pensó un poco por que el Queso tampoco le gustaba mucho pero como la Lechuga Tuga insistió pues al final todos fueron juntos hacia su próximo destino: La Montaña Blanca.
Poco después llegaron, y vieron una preciooooosaaa cascada blanca, cómo nunca habían visto nada semejante se acercaron  a curiosear, y vieron que en la orilla del lago de la cascada había un bote de plástico, pero menudo susto cuando fueron a cogerlo, el bote se empezó a reír a carcajadas:
-          ¡Eh! Me haces cosquillas – La Leoncita, sobresaltada, soltó rápidamente el bote de nuevo al lago - ¡Ah! Ahora me has hecho daño.
-          Vaya, lo siento mucho – respondió preocupada.
-          ¿Qué hacías ahí? – Preguntó la Lechuga Tuga mientras el bote salía del lago y se sacudía las gotitas que le quedaban.
-          ¿Cómo te llamas? – preguntó Quesito Mancheguito con curiosidad.
-          Pues soy Acti, de la familia Mel de los Lácteos – dijo orgulloso.
-          Qué casualidad – dijo Quesito Mancheguito – yo también soy de la familia de los Lácteos. Debemos ser primos – saltaba feliz Mancheguito.
-          Que ilusión - dijo Acti – Pues ya que estáis aquí, os invito a beber de esta deliciosa leche, así recuperaréis fuerzas.
Todos bebieron un poquito, y se sintieron mucho mejor, sus fuerzas para seguir su viaje con su nuevo amigo estaban renovadas.
Pasada la cascada de leche siguieron por un caminito de piedras de color rojo, que les llevo a una zona llena de agujeros.
-          Vaya esto tiene más agujeros que algunos de mis primos – bromeó Quesito Mancheguito.
-          Se llaman Cráteres – les explicó Leoncita Lita – son agujeros que echan vapor muy caliente, así que tenéis que tener cuidado. Todos asintieron y se juntaron para sentirse más protegidos.
Y dicho y hecho, un cráter tras otro empezó a erupcionar. Pero no echaba vapor, como había dicho Leoncita Lita, sino trozos de carne, garbanzos y lentejas. Leoncita Lita, Lechuga Tuga, Quesito Mancheguito y Acti estaban fascinados, y nada más paró todo el temblor empezaron a hablar con todos los que habían salido de los cráteres.
Leoncita Lita hizo especial relación con Cacho, un trozo de carne muy grande, y  por eso le pidió que la acompañara a ella y a sus amigos.
Leoncita Lita y los demás se despidieron de las demás legumbres (los garbancitos y lentejitas) y también de las carnes que los despidieron con alegría.
Volvieron a encauzarse en su aventura pero tal fue su sorpresa cuando descubrieron que ya no había más caminos, sino una mesa muy larga con un mantel con los colores del arcoíris (el rojo, amarillo, naranja, verde, azul, añil y violeta), realmente era un mantel precioso, pensaban todos.
Leoncita Lita les invitó a sentarse con ella en la mesa. Pero en la mesa no había más que un plato, un vaso y unos cubiertos.
-          ¿Y qué voy a comer? Yo tengo hambre – se quejaba Leoncita Lita.
-          Yo puedo darte algunas de mis hojas más bonitas y frescas– le ofreció Lechuga Tuga mientras la dejaba en su plato.
-          Yo te ofrezco un trocito de queso para acompañar – dijo Quesito Mancheguito.
-          Yo te doy un buen filete  - dijo con orgullo Cacho.
-          Y para que no te atragantes traigo leche y un yogurt para el postre – solucionó Acti de buena gana.
La Leoncita Lita no sabía que comer primero, porque al principio no le gustaba ni la lechuga ni el queso, pero se había dado cuenta de que se lo había pasado muy bien en su viaje con ellos.
Primero se comió tooooda la lechuga con trocitos del queso que le había dado su amigo con el tenedor que había en la mesa, y descubrió que le encantaba el sabor que tenía. Cuando terminó, se zampó el filete de una sentada cortando los trocitos con el cuchillo,  y bebiendo un poco de leche para no atragantarse.
Y para terminar el rico yogurt de fresa que le había traído Acti, que estaba realmente delicioso, y utilizó la cuchara que había en la mesa  para comérselo.
Estaba llena y feliz, había descubierto sabores nuevos y había hecho nuevos amigos. Entonces empezó a entrarle muuuucho sueño y junto a sus amigos se echó en la hierba y se quedó dormida.

Cuando despertó volvía a estar en su cama, sus amigos ya no estaban a su lado, pero siempre estarían con ella cuando fuera la hora de comer y por ello, colorín colorado, este cuento…. (Dejar que acaben los niños, en caso negativo terminar (se ha acabado)) 

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